e martë, 26 shkurt 2008

Institución Social

México DF a 4 de Diciembre de 2007.

¡Hola!. Tal vez te preguntaras porque escribo esta carta, pero tú tienes la respuesta. Sé que leíste un artículo de la revista Proceso y que desde entonces te has preguntado sobre su origen de ésta. No se si te parezca bien, pero decidí contarte la historia del nacimiento de esta publicación que yo conozco.

Era un domingo cuando, hace aproximadamente 90 años, Excélsior nació. Innumerables fueron los contratiempos técnicos y económicos que enfrentó el diario desde su gestación y que estuvieron a punto de obligar su muerte prematura. Pero la fortuna y el empeño jugaron en su favor y el 18 de marzo de 1917, a la una de la tarde, comenzó a circular en la Ciudad de México, a un precio de cinco centavos por ejemplar. Sus primeras palabras fueron “Al comenzar”: “...La Prensa esta destinada a ser la forjadora y la alentadora de los espíritus en estas experiencias de la vida Patria; la orientadora y la vivificadora, al mismo tiempo que la voceadora de la opinión publica...
Eran tiempos de turbulencia política. En el país, los humores de la Revolución aún se respiraban y las carencias económicas no hacían fácil el crecimiento de la empresa de un diario. Mucho menos de las dimensiones que pretendía para Excélsior su padre, Rafael Alducin.
En su imaginación no sólo se concibió un primogénito, sino un complejo editorial que ofreciera diversas publicaciones y aprovechara recursos como la radio, para ampliar su oferta informativa y de entretenimiento.
Alducin concibió a Excélsior cuando tenía apenas 28 años. Para entonces ya era padre de dos hijos más: El automóvil de México (1915) y Revista de revistas (1910). Pero un primogénito era su anhelo. De modo que para familiarizarse con la operación de un diario y conocer las nuevas técnicas de comercialización, viajó varias veces a Estados Unidos.

Ahí se inspiró en The New York Times, del cual tomó el diseño y el concepto de "las ocho columnas". El nombre elegido fue Excélsior, que significa "lo más alto". En sus primeros cinco años de vida, enfrentó condiciones económicas adversas. No había dinero ni para la nómina. A pesar de ello, el diario fue ambicioso y comenzó a dar la batalla en el terreno de la promoción. Concursos de nacimientos, fotografías familiares, reinas de la belleza, entre otros, pegaron en el ánimo de los lectores. Pero el triunfo más contundente lo obtuvo al inaugurar, por convocatoria propia, el 10 de mayo como el Día de las Madres.

Excélsior crecía como un niño normal, con muchos triunfos y con la admiración de mucha gente; sin embargo, cuando este primogénito disfrutaba de sus mejores años de vida, Alducin falleció y la suerte de Excélsior se quebró. A punto estuvo de desaparecer si no hubiera sido por los trabajadores, que convencieron a Plutarco Elías Calles de convertir el diario en cooperativa.
Casi en la ruina, tuvo que remontar camino y lo hizo a partir de 1934, bajo la tutoría de Rodrigo de Llano. Nuevas ediciones, más reporteros, mejor maquinaria y una política de adquisición de bienes inmuebles apuntalaron la salud financiera del periódico.

Para 1940 Excélsior publicaba, además del matutino, dos ediciones vespertinas: Últimas Noticias (1936) y la segunda edición de Últimas Noticias (1939), conocida como la Extra. A la muerte de Rodrigo de Llano, en 1964, Excélsior se había consolidado como El Periódico de la Vida Nacional. Al relevo llegó Manuel Becerra Acosta, quien sólo duró cuatro años al frente del periódico.

Al fallecer el viejo maestro y fundador, Julio Scherer García ocupó su lugar, durante una de las etapas más vitales del diario. Renovado en su página editorial, que contaba con las plumas más destacadas de su momento, y ambicioso en su oferta informativa, el periódico introdujo novedosos cambios en la manera de hacer periodismo.

Excélsior, que desde su nacimiento en 1917 se había caracterizado por su postura conservadora, empezó a variar ideológicamente a partir de la muerte de don Rodrigo de Llano, su director por muchos años, tras la gestión de don Manuel Bacerra Acosta (1963- 1968) se radicalizó bajo Julio Sherer García, cuyo grupo se hizo firmemente del control de la cooperativa.

Se acercaba el final del sexenio del presidente Luis Echeverría y el nombre de la nueva revista que reagruparía a los periodistas expulsados de Excélsior, el 8 de julio de 1976, continuaba sin decidirse. Julio Scherer proponía Información, Miguel Ángel Granados Chapa se inclinada por Respuesta y Vicente Leñero optaba por Expresión. Proceso fue sugerencia de Enrique Maza. Así lo recuerda Leñero en su novela testimonial Los periodistas (1978).

Proceso daba sus primeros pasos el sábado 6 de noviembre de 1976. El logo original fue diseñado por Alfonso Rodríguez Tovar. Y aunque en un principio se pensó en una foto ampliada de Echeverría (que habría implicado un proceso simbólico al presidente), Scherer, Granados Chapa y Leñero acordaron una portada blanca que destacaba tres temas. El primero se titulaba “El sexenio: las palabras y los hechos”, una revisión exhaustiva del sexenio exangüe de Echeverría. El segundo apartado ofrecía un adelanto de las memorias de Daniel Cosío Villegas, colaborador del Excélsior de Scherer y cuya crítica acérrima precipitó la censura del gobierno federal. El tercer reportaje de portada, “Libre expresión: de Excélsior a Proceso”, daba su propia versión de los acontecimientos que propiciaron la creación del semanario.

Correctamente presentada técnicamente y periodísticamente, la revista Proceso ha sido partidaria desde su nacimiento desde la tesis de izquierda; es crítica aguda de la economía de mercado y del discurso oficial, sin que en este último caso importe mayormente quienes hayan detentado el poder o lo detentaran actualmente.

Rasgo característico de la crisis económica que empezó a sacudir el país a partir de la década de los setentas, fue la aparición en prácticamente todos los diarios y revistas de secciones especializadas en asuntos económicos y financieros. Boicots de publicidad, conflictos internos, intervenciones externas y enfrentamientos con el gobierno de Luis Echeverría tejieron la historia del episodio que se conoce como el golpe a Excélsior. Luego, los claroscuros envolvieron al diario. Sin embargo, mantuvo lectores fieles y una posición destacada en la prensa durante los siguientes años.

El golpe a Excélsior es sin duda el evento catalizador que inauguró la abierta confrontación entre el poder y un creciente reclamo de libertad de expresión. Pero el trayecto del golpe del 8 de julio al nacimiento del semanario el 6 de noviembre fue largo y complejo. Una fecha clave entre estos dos hitos decidió la suerte del grupo de periodistas y preparó el terreno para el nacimiento de Proceso: el 19 de julio de 1976. Esa tarde, apenas 10 días después del golpe a Excelsiór, Granados Chapa leería un discurso en el Hotel María Isabel para anunciar y poner a la venta acciones de dos nuevos proyectos: una agencia de noticias, “Comunicación e Información, S.A. de C.V.” (CISA) y una revista semanal, aún sin nombre, pero con un claro objetivo periodístico.

El equipo fundador de la revista se definió con claridad ese 19 de junio: Era director general de Proceso Julio Scherer García; director gerente Miguel Ángel Granados Chapa; editores Vicente Leñero y Miguel López Azuara; coordinadores María de Jesús García, Carlos Marín y Rafael Rodríguez Castañeda. Su cuerpo de redacción estaba formado por reporteros salidos de Excélsior.

Todo estaba listo para lo que fue el nacimiento de Proceso, sin embargo, su inicio se veía afectado. Amenazada directa e indirectamente, perseguida por el espionaje y el sabotaje, Proceso se abrió paso entre medios de comunicación y empresas que hacían comparsa a la campaña emprendida por el gobierno de Echeverría contra Excélsior y que se extendió contra la revista. La Productora e Importadora de Papel S.A. de C.V. (PIPSA) ignoró la solicitud del material esencial para la impresión del primer número. El secretario de Patrimonio Nacional, Francisco Javier Alejo, pidió a Scherer aplazar la primera edición programada para el 6 de noviembre.

Desde su origen, Proceso fue vigilada. El 3 de noviembre de 1976, el subsecretario de gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, recibió el siguiente memorando de la Dirección General de Seguridad: “La revista ‘Proceso’ saldrá a la luz pública el próximo día 6 del presente mes y es dirigida por Julio Scherer García. Dicha revista saldrá semanalmente” .

Así, el 6 de noviembre, pese a las amenazas y con más de 12 diarios del interior del país publicando desde agosto noticias de la nueva agencia CISA, circularon los 100 mil ejemplares del primer número de Proceso. El 6 de noviembre de 1977 se celebró el primer aniversario del semanario ya con las nuevas oficinas de Fresas 13, en la colonia Del Valle, en plena funcionalidad. El equipo fundador había comenzado a transformarse con la salida varios de sus elementos clave, como lo fue la renuncia de Granados Chapa el 27 de mayo de ese año. A pesar de ello, sobraban razones para celebrar.

Proceso llegó a su 30 aniversario el 6 de noviembre de 2006 con 1566 portadas y un directorio que incluye a algunos fundadores que ahora comparten la redacción con nuevas generaciones de periodistas. Corresponde al lector definir el balance de aciertos y errores de Proceso. En el trayecto de tres décadas, desde el interior de su redacción, Proceso mantiene la mirada fija en el presente, y consigna: “Así somos y aquí estamos”. También en el 2006 Proceso publica un artículo titulado “Hacia el spotgate”; un reportaje que nace para demostrar que en las últimas elecciones presidenciales de 2006, hubo un gasto inmoderado en spots publicitarios para conseguir los votos de los ciudadanos, y muchos de los cuales no fueron declarados ante el IFE. Además se relacionaba el tema de la Ley Televisa y de la Reforma Electoral.

También en 2006, la cooperativa decidió la venta de Excélsior y éste entró a una nueva etapa. Hoy el diario ha vuelto la vista a su origen y retomado el ambicioso proyecto de su padre, al apostar por un proyecto periodístico multimedios, que suma los recursos de la prensa, la radio, la televisión y la Internet para un mismo propósito informativo.

Es así como nace Proceso, una revista fuerte y firme, un semanario de información de análisis, una publicación donde sus colaboradores sostienen un compromiso con su tiempo y con su país; quienes buscan el origen de los hechos y ejecutan un proceso a las acciones y a sus protagonistas.

Proceso de los hechos, proceso a los hechos y a sus protagonistas, estas son las líneas de acción de nuestro semanario. Golpeados por la inquina política en términos que causaron asombro dentro y fuera de México, por la impudicia de la agresión y la relevancia de quienes la concibieron, sus miembros no harán de Proceso un semanario del despecho y el resentimiento. Primero, porque comprenden la naturaleza política de los hechos en que se les ha involucrado. Y en segundo lugar, y sobre todo, porque los conforta y obliga la solidaria generosidad de un vasto número de mexicanos decididos a que el silencio no cubra por completo a esta nación (Leñero, 1978, p. 288).

Granados Chapa explicó durante el nacimiento de Proceso que “así, sobre la base de mayor autonomía y mayor compromiso, en lo que es una paradoja sólo aparente, este grupo de periodistas y escritores, de ciudadanos libres preocupados por mantener y ampliar un foro de expresión democrática, plural, responsable, se apresta a defender nuevamente no su propio derecho a la palabra y ni siquiera el más elemental de sobrevivir ejerciendo la vocación que les ha ganado, sino el derecho de los mexicanos a la información y al análisis veraz, crítico e independiente” (Leñero, 1978, p. 288).

Esta es la historia, es la historia de Excélsior, es la historia de Proceso, es la historia de Vicente Leñero y es mi historia. Soy Julio Scherer García y espero que esta información te sirva y te sea de gran utilidad. Quizá te quedarán dudas pero confió en que sean muy pocas. Si deseas puedes buscarme, tú sabes en donde encontrarme y no olvides que cada semana yo estoy contigo y Proceso igual.

¡Hasta Siempre!

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